Compartimos una nota sobre boleta única, publicada hace casi dos años en un matutino de la ciudad de Rosario.
Por Pablo Javkin
"Vivimos en un país donde la excepción es siempre la regla, donde se premia al evasor, donde no hay aplazados ni escalafón, y los evasores de la ley siempre salen airosos. El problema es que con trampa sólo ganan unos pocos. Con fraude electoral también.
Esto fue lo que ocurrió en las elecciones presidenciales de 2007: en varias localidades del país desaparecieron sospechosamente las boletas de los partidos opositores, produciéndose también irregularidades antes, durante y después del acto eleccionario. La garantía constitucional de libre elección y los valores democráticos que la República Argentina consiguió con tanto esfuerzo fueron violados sistemáticamente, deslegitimando la contienda electoral y burlando tristemente el voto popular.
Tan alevoso fue el robo de boletas que las denuncias de fraude se extendieron hasta estos días, en los que la Cámara Nacional Electoral aceptó el pedido presentado por la líder de la Coalición Cívica, Elisa Carrió, y el presidente de la UCR, Gerardo Morales, para convocar a veedores de la OEA que controlen las elecciones de octubre.
La convocatoria formal, no obstante, deberá hacerla ahora el gobierno nacional a través de la Cancillería, por lo cual aún nada nos garantiza que la lamentable experiencia del 2007 no se repetirá.
Ante este panorama el pasado 10 de febrero presenté en la Legislatura Provincial un proyecto que propone la instauración del sistema de boleta única para la provincia de Santa Fe, en consonancia con el anunciado por la Coalición Cívica a nivel nacional.
Un proyecto que al buscar una mayor transparencia de los comicios quiere garantizarle al votante que su voluntad no será tergiversada y darle la oportunidad real de elegir representantes que tengan la capacidad y estén dispuestos a trabajar por una provincia y un país en mejores condiciones que las actuales.
Este sistema ha demostrado su funcionalidad desde 1856, año en que comenzó a utilizarse en Australia, de hecho, la mayoría de las democracias consolidadas y casi todos los países de América Latina lo han adoptado; incluso la vecina provincia de Córdoba lo sancionó a fines del año pasado, como parte de una más amplia reforma política.
El sistema consiste en reemplazar las múltiples boletas partidarias por una única boleta para cada categoría de cargo electivo, en la cual figuran los candidatos de todos los partidos. El presidente de mesa se la entrega al elector al momento de votar, para que ingrese con ella al cuarto oscuro, marque una cruz al candidato de su preferencia, la meta en el sobre, y luego a la urna. Las ventajas de este sistema son muchas y evidentes. En primer lugar, reduce significativamente las posibilidades de fraude y el robo de boletas, ya que hay una sola para todos los partidos. Se evita también el ‘voto cadena’, es decir, ya no puede haber entrega anticipada de boletas puesto que la impresión de las mismas pasa a ser responsabilidad del Estado, quien las provee el día de la elección. Esto tiene dos beneficios destacables: por un lado, una notable reducción del gasto electoral, ya que se evita la impresión de millones de boletas por parte de cada partido pasando a imprimirse un número apenas superior al de electores; por otro, se respeta la igualdad entre partidos chicos y grandes, puesto que la Justicia Electoral se convierte en el garante de que la ciudadanía pueda elegir entre todos los candidatos, aunque algún partido no tenga fiscales en esa mesa.
En contraposición al sistema vigente, la boleta única permite al elector identificar más fácil y rápidamente en qué tipo de elección vota, y por cuáles partidos y candidatos; facilita también el voto de los no videntes en tanto se prevé la confección de boletas en alfabeto Braille.
Asimismo, se evitan los efectos de las ‘listas colectoras’ (sólo puede ir un candidato por partido político o alianza). Como habrá una boleta única por cada categoría, varios candidatos no podrán sumar votos para una categoría superior, y tampoco se dará el ‘efecto arrastre’ de una categoría superior a una inferior. Es el anhelado fin de la lista sábana horizontal, lo cual resulta vital si se reconoce que las realidades nacionales, provinciales y locales son diferentes, y que elegir en una misma papeleta las tres categorías supone no analizar detenidamente las propuestas de los candidatos para cada uno de los niveles.
Por último, y también dando un paso adelante respecto al sistema actual, la boleta única transparenta y agiliza ostensiblemente el escrutinio. Poniendo lo anterior en la balanza, ¿por qué no habría de adoptarse este sistema cuya implementación no requiere demasiado tiempo ni implica una gran movilización de recursos por parte del Estado? ¿A quién le conviene que el fantasma del fraude siga rondando los cuartos oscuros?
Distintos centros académicos, medios de comunicación, partidos políticos y múltiples ONGs ya han hecho oír sus voces de apoyo a esta iniciativa, pero su instrumentación depende hoy de la voluntad política de llevarla a cabo.
Es necesario dejar de lado la mentalidad cortoplacista y el cálculo electoral para dar lugar a un debate público cuyo horizonte sea el mejoramiento de la calidad de nuestra democracia y de la participación cívica.
Sabemos que la boleta única es sólo un paso en el largo camino de reforma política y constitucional que Santa Fe aún tiene por recorrer, y pensamos que su adaptación sería buen punto de partida que permitiría reconstruir el lazo representativo tan vapuleado por la desconfianza y el descrédito de las instituciones políticas.
Garantizar la inviolabilidad y transparencia del derecho de elegir y ser elegido es una forma de reconstruir la confianza de la ciudadanía en la política y de devolverle a las instituciones la legitimidad perdida. Estos son los fundamentos y objetivos de mi Proyecto de Ley, para el que espero contar con el apoyo social y legislativo que permita instrumentar la boleta única en las próximas elecciones.
Hecha la Ley, no habrá más trampas".
Fuente: La Capital (7/5/2009)